El próximo martes 8 de julio, la inmensa vidriera modernista del Palau de la Música Catalana servirá de telón de fondo al festejo más carioca que Barcelona recordará este verano. A las nueve en punto de la noche, el maestro paulista Toquinho subirá al escenario para celebrar sus sesenta años de carrera —una vida entera pulsando cuerdas de nailon y componiendo melodías que medio mundo tararea— dentro del ciclo Festival Empremtes; a su lado brillará la cantante goianense Camilla Faustino, coprotagonista de una gira que reivindica el pasado sin renunciar al presente.
La complicidad entre ambos artistas es el secreto del espectáculo: él, con la soltura de quien grabó En La Fusa junto a Vinicius de Moraes hace más de medio siglo, ensancha los acordes de bossa nova y samba-canción; ella, 34 años, voz cristalina y una nominación al Latin Grammy por su álbum Bossa, sempre Bossa, perfila líneas melódicas que oscilan entre la intimidad y un scat jazzístico sorprendente. Doce años han compartido escenario por Europa y América, y ese rodaje se percibe en cada diálogo musical: Faustino dobla el estribillo de “Aquarela” una octava arriba, marca percusión ligera sobre “Que maravilha” y se queda sola con la guitarra en “Eu sei que vou te amar”, mientras el público contiene la respiración.
El repertorio previsto recorre cada hito de la trayectoria de Toquinho, desde los choros que aprendió en los cafés de São Paulo hasta las colaboraciones con Jorge Ben o Chico Buarque. Clásicos como “Tarde em Itapuã”, “Garota de Ipanema” o el himno generacional “Aquarela” convivirán con sorpresas rescatadas de su etapa más reciente, siempre envueltas en arreglos de aire camerístico que la acústica casi perfecta del Palau traduce en pura calidez. Con una formación mínima —Dudu Penz al bajo y Mauro Martins a la batería— la velada no tendrá intermedio y durará en torno a noventa minutos, suficientes para convertir la sala modernista en un rincón de Ipanema por una noche.
Las entradas están a la venta en la web del festival: www.entradas.com