Un viaje musical inolvidable: Manolo García conquista el Palau Sant Jordi

DATOS DEL CONCIERTO

Artista: Manolo García 

Fecha: 30 de noviembre de 2024

Lugar: Palau Sant Jordi, Barcelona

Gira: Cero Emisiones Contaminantes Desde Ya

Promotora: The Project

Fotografías: Ramon Hortoneda  | Crónica: Jaume Gironella

 

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Un viaje musical inolvidable: Manolo García conquista el Palau Sant Jordi

 

La noche del sábado, el Palau Sant Jordi acogió a Manolo García en un concierto que ofreció más de tres horas de música, emociones y una conexión única con un público totalmente entregado. Como parte de su gira “Cero Emisiones Contaminantes Desde Ya”, el artista del Poble Nou presentó un espectáculo donde cada elemento, desde la música hasta los visuales, se conjugó para crear una experiencia inolvidable. El artista regaló a los más de 17.000 asistentes un concierto que combinó momentos de profunda intimidad con explosiones de celebración colectiva.

El espectáculo arrancó con fuerza gracias a una introducción instrumental que preparó la llegada de García al escenario. Con americana (Que por cierto lanzó a alguien del público), una bufanda naranja y guitarra en mano, el artista inició con “Insurrección”, un clásico de El Último de la Fila que hizo vibrar al público desde el primer acorde. Esta sería la tónica de la noche: las canciones de su emblemática banda fueron las más coreadas y esperadas.

 

Divididos en dos plataformas, los músicos mostraron desde el primer momento su destreza y cohesión. A la izquierda, Charly Sardá en la batería marcaba el ritmo con precisión, mientras Íñigo Goldaracena al bajo, Albert Serrano y Ricardo Marín en las guitarras eléctricas tejían un entramado sonoro lleno de matices. Serrano y Marín, que compartieron solos a lo largo de la noche,demostraron una química indiscutible, con Marín también ejerciendo como director musical. Y por supuesto, cabe destacar a la omnipresente Olvido Lanza, al violín y las voces,recorriendo el escenario.

 

En la plataforma derecha, el teclista Juan Carlos García, veterano compañero de Manolo desde los días de El Último de la Fila, destacó no solo por su maestría en los sintetizadores, sino también por su versatilidad al añadir percusión en momentos clave. Delante de él, Josete Ordóñez y Víctor Iniesta aportaron las texturas cálidas de las guitarras acústicas y otros instrumentos de cuerda, enriqueciendo el sonido general con una sensibilidad única.

 

 

El generoso repertorio de la noche fue un recorrido por la carrera de García, intercalando temas de sus álbumes más recientes, como “Diez mil veranos” y “Azulea”, con los himnos de El Último de la Fila que marcaron a generaciones. El público, claramente más receptivo a los clásicos, coreó con entusiasmo canciones como “Insurrección”, “Aviones Plateados”, “Llanto de pasión” y “Lápiz y tinta” (con una maravillosa interpretación a capella junto al público), que resonaron con una fuerza emocional especial. Sin embargo, García supo equilibrar el repertorio, alternando estos éxitos con temas recientes que dejaron claro que su música actual también conecta profundamente con sus seguidores.

 

Los músicos, lejos de limitarse a ser acompañantes, se convirtieron en protagonistas en muchos momentos. Olvido Lanza, al violín, brilló especialmente en piezas como “Pájaros de barro”, donde su interpretación añadió una capa de emotividad que capturó la esencia de la canción. Su interacción con la mandolina de Ordóñez y la guitarra española de Iniesta creó un trío acústico mágico que se destacó como uno de los puntos fuertes más memorables de la noche.

 

Coral Moreno, la bailaora que apareció en varios temas, añadió un dinamismo visual impresionante, especialmente en canciones como “Azulea” y “Laberinto de sueños (en las geometrías del rayo)”, donde su energía flamenca se fusionó perfectamente con la música.

 

 

Uno de los instantes más impactantes de la noche llegó con el lanzamiento en masa de globos gigantes durante “Somos levedad” y “A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando”. Este despliegue visual transformó el Palau Sant Jordi en un espacio festivo y lleno de vida, mientras los asistentes interactuaban con los globos al ritmo de la música. La imagen del público jugando con los colores vibrantes encapsuló el espíritu lúdico de la velada, recordando que los conciertos de Manolo García son más que música: son experiencias colectivas que trascienden lo auditivo.

 

En ese momento, el concierto ganó vida también gracias a un set de canciones de El Último de la Fila. Un “Lejos de las leyes de los hombres” transformado en una versión que recordaba la de Amaral y la maravillosa “Aviones plateados”. Esta última me trajo recuerdos increíbles, como un concierto atípico en la UAB de Bellaterra, en unas fiestas de la universidad, donde El Último de la Fila actuó en su momento “Prime”. Justo al interpretar “Aviones plateados”, una avioneta color plata cruzó el cielo, provocando que Manolo exclamara: “Coño, esto no lo teníamos preparado”.

 

Manolo es así, y afronta con gracia las sorpresas. Por ejemplo, a pesar de la excelencia general del espectáculo, los problemas de sonido fueron un lastre recurrente que interrumpió varias canciones. García, lejos de ocultar su frustración, mostró su lado más espontáneo, ironizando con comentarios como: “Este micro va como el puto culo”. Sin embargo, su banda y él supieron manejar estos imprevistos con profesionalidad. Ricardo Marín, como director musical, lideró las improvisaciones mientras el artista interactuaba con el público. Incluso tuvo momentos de complicidad con la audiencia a base de onomatopeyas e imitaciones de animales, que él mismo describió: “¿Por qué hacemos esto, si es una gilipollez? Es que lo vi en un documental de Freddie Mercury y me moló”.

 

 

A pesar de estos inconvenientes, el artista y su banda supieron mantener el ritmo y la energía, improvisando cuando fue necesario y manteniendo al público siempre involucrado. La conexión entre Manolo y sus seguidores fue palpable: no dudó en bajar del escenario en varias ocasiones para acercarse a los asistentes, recorriendo la platea, estrechando manos y compartiendo sonrisas. “Agradezco no solo que estéis aquí, sino que sintáis la música con nosotros”, expresó emocionado.

 

 

Entre canción y canción, García rindió homenaje a figuras clave de la música catalana como Pau Riba, Sisa y Peret, recordando sus raíces y el impacto de la escena cultural de los años setenta. También dedicó el concierto a los pequeños productores y a la banda de sus inicios, Materia Gris, mostrando una vez más su compromiso con las raíces artísticas y su sensibilidad hacia las luchas culturales. “Los políticos han jodido la cultura de Barcelona”, lamentó en un momento, arrancando aplausos y muestras de apoyo del público.

 

El tramo final del concierto, marcado por los bises, fue una explosión de energía y celebración. “Como un burro amarrado en la puerta del baile” cerró el set principal con confeti y ovaciones, mientras las versiones de “El Rey” y “La Bamba”, donde Pepe Robles y Víctor Iniesta tomaron protagonismo, pusieron un broche festivo que desató la euforia del público.

 

A sus 69 años, Manolo García demostró que su capacidad de entregar todo sobre el escenario sigue intacta y es capaz de liderar un espectáculo de gran formato con la pasión y autenticidad que lo han definido a lo largo de su carrera. Acompañado por una banda excepcional, ofreció al público no solo un concierto, sino una celebración de la música, la nostalgia y la conexión humana. Una noche que, sin duda, quedará grabada en la memoria de todos los presentes.

 

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