Tras dos años sin pisar la capital catalana, el gaditano pone en pie el Sant Jordi con la gira Cruz del Mapa
Es final de mes, llueve y a escasos metros, en el Sant Jordi Club, actúa Álvaro Soler. Tener todos los elementos en contra no es ningún impedimento para Manuel Carrasco, el joven que hace más de una década saltó a la fama gracias a la segunda edición de Operación Triunfo y que a día de hoy está considerado uno de los mejores letristas y compositores del panorama nacional. ¿El secreto? su locura, la música; el talento que ha demostrado sobradamente en estos años de carrera pública y el trabajo constante que le han llevado a grabar 7 discos de estudio y ser uno de los cantantes que más discos vende el país.
Es viernes, 24 de mayo y Carrasco presenta La Cruz del Mapa, su último trabajo. Empieza 20 minutos tarde pero el público enloquece desde el primer minuto con «Me dijeron de pequeño», uno de sus últimos singles y tema escogido para abrir el espectáculo. Sentado en un banco, elegante, sin olvidar su aire bohemio imita el video que lleva casi 10 millones de reproducciones en Youtube. No hay mejor manera de empezar. Llevamos apenas 4 minutos de concierto y el público está más que entregado. Segundo tema y medio Sant Jordi ya está en pie. Es el momento de «Yo quiero vivir», y por lo que parece el público tiene ganas de darlo todo en este concierto que, al contrario de lo habitual, ha empezado con dos superhits. Manuel entra en comunión con las miles de personas que se han acercado para verle y no puede parar de dar vueltas y saltar sobre el escenario. Son dos años sin venir a Barcelona y se nota que tiene ganas de dar lo mejor de sí mismo.
«Aprieta» será el siguiente tema que, al igual que los anteriores, irá in crescendo. Suena a Colplay, a pop internacional bien producido y el exástis llega cuando Carrasco empieza a saltar sobre el escenario mientras la música suena. Se nota que se lo está pasando bien y recuerda a quien un sábado se pone la música a tope en casa y se marca una fiesta. El público le acompaña y el Sant Jordi al completo bota al ritmo de la música. Tras este excelente calentamiento llega el momento de presentarse: ‘Bona nit Barcelona, estic molt content. Això és casa meva.’, exclama en un perfecto catalán.‘¡Qué alegría de veros! ¡Qué alegría! Tenia muchas ganas de este concierto. Venimos a este concierto a dejarnos la vida y a entregaros todo nuestro sentimiento’. Declaración de intenciones hecha y si hasta ese momento tenía el público en el bolsillo, ahora ya lo tiene en el corazón.
La sensibilidad de este número uno queda patenten en cada tema, sin embargo, algunas de sus canciones se han convertido en verdaderos himnos que iluminan el camino de miles de fans. Un ejemplo es «Que nadie», que literalmente iluminó el Palau mientras Carrasco cogía la guitarra y la interpretaba con ojos de niño ilusionado tras recibir un regalo inmenso: el cariño del públco. Letra dura pero nada de melodramas porque el mensaje está claro ‘Que nadie calle nuestra verdad’. Manu, sigue con su cara más reivindicativa y social. Invita a gritar al púbico «Vete» a los intolerantes, a quien no respeta el amor y la libertat, a quien acosa, abusa y maltrata. «Vete» es un canto a romper la cadenas, a ser uno mismo. Rock con toques setenteros y con importancia en los teclados que sirven como preámbulo para una de las muchas joyas que nos ofrecerá la noche.
Es el momento de «Llámame loco», una de las letras mejor escritas de los últimos años. Desde el alma, sin artificios, con un micro de mano, el Carrasco más puro, más vulnerable, más dulce y más valiente se presenta sin artificios ante su público. La emoción se apodera de él y es que por favor, que nadie llame loco a este genio de la música.
El público corea «Manuel, Manuel…» y el de Isla Cristina sigue sin perder pistón, con otro de sus himnos, «Mujeres de las mil batallas». La emoción se palpa en el estadio y entre aplausos y gritos, otro canto de libertad «Ya no», un tema de desamor que engarza con «uno x uno», una mediotiempo delicado, con aires mediterráneos y cálidos versos que deshace el corazón.
Y es que Carrasco es eso. Carrasco es luz, caricias, susurros y flamenco; ilusión, desgarro, familia; frescura, raíz y éxito.
Cambio de tercio en el concierto, entramos en una fase más íntima, un espacio homenaje al fan fan de Manuel, aquel que le sigue desde sus inicios que disfruta de sus temas más íntimos. Acompañado de su guitarra Manuel interpretará lo que él define ‘un ‘pa’ ti y un ‘pa’ mí’: «Dispara lentamente», «Me gusta» de forma magistral y un Medley de canciones en las que se incluyen algunos de sus primeros éxitos.
Para el final de este pasaje más personal, Carrasco pide que todos los asistentes encienden las luces de sus móviles ‘para que todos los sueños que tengamos ahí puedan hacerse realidad’. «No dejes de soñar», es una invitación a creer en uno mismo, luchar por lo que uno quiere y ver que es posible. Pero de repente todo cambia sobre el escenario para «Tambores de guerra», saltos y bases rítmicas que Manuel utilizará para salir unos segundos del escenario y volver con la que será la parte más especial del concierto.
Con un cambio de vestuario y sentado al piano, Carrasco interpreta mi «Única bandera», una nana dedicada a su hija para seguir con un pasodoble «la calle de los nervios». Si lo que habíamos visto hasta ahora era a Manuel en estado puro, ahora somos testigos de su magia al 200% de su verdadera esencia, sus pilares y lo que le empuja a subir al escenario van cogiendo presencia tema a tema.
Manuel canta «Déjame ser» y es que como cualquier artista, aunque estemos rozando el final del concierto, todavía tiene mucho para dar. Por ejemplo, la bulería que se marca homenaje a Barcelona. Carrasco deja al público boquiabierto, con una oda a la ciudad que lo encumbró a la fama y a la que tanto cariño le tiene.
«Que bonito es querer» pondrá el broche de oro a más de dos horas de concierto. dos horas en las que este gaditano nos a abierto su corazón, nada loco pero si lleno de sentimiento y sensibilidad. Dos horas en la que ha desmontado al público para luego volverlo a coser poquito a poco con sus versos, sus giros y sus quebrados. Dos horas de locura por la música. Esperamos no tener que esperar dos años para volver a disfrutar de este soplo de vendaval emocional que es Manuel Carrasco.
Redactor: Carlos SanAndrés (@sanandres_c)
Fotografías: Cristina Ruiz (@unnika)