Crecí en Can Oriac, un barrio obrero de Sabadell fruto de la migración masiva de andaluces, murcianos, extremeños y toda la gente que dejó su tierra y se instaló en la periferia de Barcelona en busca de un futuro mejor a finales de los sesenta y setenta.
A principios de los 90 mis colegas y yo nos pasábamos el día en la calle, al acabar el colegio, colgados de un balón y de la chica que te gustaba, haciendo cualquier cosa por impresionarla. Gun´s and Roses, Metallica y Nirvana conquistaban el mundo y fundían nuestros radiocasetes. Un servidor y varios colegas, saltándonos clases y disfrutando de una increíble colección de vinilos en casa un amigo, descubríamos nuestro verdadero sentido de la vida hasta entonces: Rolling Stones, Elvis, Hendrix, The Doors, Les Zepellin, Miguel Ríos, Eric Clapton etc..
En aquellos días era un delito decir que escuchabas música española como en mi caso, Loquillo, Radio Futura, El último de la fila, Triana, Héroes, Gabinete Galigari. Ronaldos y sí…Hombres G.
Años atrás, apenas siendo un niño de 7 años, me llevaron al cine a ver una película del grupo que le gustaba a mi hermano mayor (con el que me llevo 11 años) y el cual no paraba de poner un vinilo con una canción, que debido a mi edad me parecía fascinante: Sufre mamón, donde un tipo iba a vengarse de ese marica, a destrozarle el coche y a recuperar a su novia…
Viendo esa película en la cual montaban un grupo en el instituto, les fichaban una compañía discográfica y de repente tenían millones de fans….Fue la primera vez en mi vida en la que tuve clarísimo que eso sería lo que haría al hacerme mayor. Bueno, vimos esa y otras de un tal Elvis, que en sus malísimas películas en Hawai y Acapulco producía un efecto hipnótico con las chicas cantando alrededor de una piscina con una guitarra de niño, pero eso da para otra historia.
Tras dejarlos completamente olvidados, una vez se disolvieron en el 92 a la misma vez que mis inquietudes musicales se sumergieron en los orígenes más primitivos del blues, rock americano y todo los sesenta y setenta, Hombres G pasaron a ser un recuerdo de infancia.
El pasado sábado y tras treinta dos años de carrera a sus espaldas la banda liderada por David Summers tocó dentro del Rrandom Festival en la Fiesta Mayor de Rubí.
Uno es consciente que una banda (independientemente que pueda gustar o no su estilo) ha pasado a la historia de la música en este país cuando tocan durante dos horas y dentro de las 20 canciones de su repertorio, prácticamente todas forman parte de la memoria colectiva de la gente: Venecia, Marta tiene un Marcapasos, Voy a pasármelo bien, Suéltate el pelo, Chicas Cocodrilo o Devuélveme a mi chica.
Con más de 15.000 personas, según la organización del ayuntamiento, fueron tocando sus clásicos con el público de varias generaciones rendido y entregándose al máximo.
También interpretaron rarezas de sus primeros álbumes como Vuelve a mí, En mi coche o Chico tienes que cuidarte (memorable videoclip con el añoradísimo Pedro Reyes).
También hubo lugar para las canciones más conocidas de sus últimos álbumes: Hoy no te escaparás, Lo noto y Me siento bien.
Como músico, solo puedo decir que me sorprendieron muy gratamente por lo milimétricamente estudiado de su show, su consistencia y empaque en el escenario donde la banda (David Summers, Daniel Mezquita, Rafa Muñoz y Javier Molina) arropada por Jason Paradise a las teclas y Juanito Piscinas al saxo y trompetas, demostraron el por qué siguen, tras más de treinta años de carrera, triunfando en toda Latinoamérica donde llenan estadios varios días seguidos en países como Méjico, Chile, Perú o Colombia.
Su sencillez y buen rollo sobre el escenario sigue conectando con el público, consiguiendo que volviera a mi más tierna infancia volviendo a cantar aquello de Sufre Mamón.
Texto: Jose Masegosa
Fotografías: Eva Ortiz / Cristina Ruiz