Texto: José Masegosa | Fotografías: Xavier Mercadé
Corría el año 1997 y por casualidad llegó hasta mí una cinta de cassette que llevaba mi hermano Juan en su Opel Corsa negro. La cinta era de Ana Belén y en ella estaba grabado su último y recién estrenado álbum Mírame. En ese grandísimo álbum, el cual redescubrí años más tarde, habían diversas colaboraciones: Ketama , Antonio Banderas, Chico Buarque etc…, pero hubo una majestuosa canción que me voló la cabeza a la primera escucha.
El tema se llama “Un vestido y un Amor” y a día de hoy, veintidós años después reafirmo que para mí es una de las canciones más bellas jamás escritas en castellano. Sencillamente una obra maestra.
Lo alucinante era que en esta versión hacía dueto con su compositor, un tipo que además de escribir semejante canción, cantaba increíblemente bien y su voz conectó conmigo al instante.
¿Quien era Fito Páez? ¿Dónde podía escuchar su música?. Recordemos que era la época pre-internet y aquí, en nuestro país, no se editaban sus discos. ¿Cómo es que no sabía nada de él hasta entonces?
La vida me concedió un regalo y tan solo unos meses más tarde me enteré que uno de mis referentes y artistas que más admiro y admiraré jamás, el maestro Joaquín Sabina, iba a grabar un disco entero con material nuevo a dúo con este otro respetadísimo genio en Sudamérica y muy especialmente en su Argentina natal. El disco se llamó “Enemigos Íntimos” y dejó varias indispensables joyas musicales. El final de la historia ya lo conocen y da para otro artículo…
Ahí empezó mi absoluta admiración por este maestro de las canciones, y polifacético (cual Da Vinci contemporáneo), poeta, pianista y multiinstrumentista, actor, guionista, director de cine y novelista entre sus muchas facetas. Si además en aquella época era cuñado de mi querido amigo Ariel Rot, con quien se marcó un increíble dueto en su álbum “Dúos, Tríos y otras perversiones”…ese tipo solo podía caerme cojonudamente bien.
Tras casi diez años sin hacer gira española, y tras actuar en el Circo Price de Madrid, la noche anterior, el cantante y pianista de Rosario llegó a Barcelona para inagurar la 30 ª edición del GuitarBcn 19, con un Auditori lleno a rebosar, mayoritariamente de apasionados argentinos, aunque con mucho público local amante de su música y de su exuberante personalidad sobre el escenario.

En esta ocasión vino en formato “Piano Bar”, él y su piano. Exceptuando en varios temas en los que invitó a su guitarra a Juani Agüero quien estaba de visita por la ciudad y donde interpretaron varios de sus temas piano y guitarra acústica, en quince de los veinte temas que ofreció esa noche, Páez llevó a la más profunda y bella expresión cada uno de sus temas desnudándolos magistralmente a piano y voz.
Se agradece la increíble atención y silencio que mostró el público respetando la intimidad del formato elegido para el show y durante las numerosas anécdotas y gags que ofreció entre tema y tema. Es ahí cuando te das cuenta de la grandeza y el magnetismo que desprende Páez, no solo cuando canta y toca, sino también cuando habla.
Durante el show hizo un repaso por su extensa trayectoria de más de treinta años y con veintitres álbumes de estudio y cuatro álbumes en directo.

El concierto empezó con “El mundo cabe en una canción”, para seguir con uno de sus himnos “Dar es Dar”.
“She´s Mine”, “Cable a Tierra” y “Tema de Piluso” dieron paso a un medley donde sonaron varios de sus himnos “El amor después del amor” (vocalmente al alcance de muy pocos) y la maravillosa “11 y 6”.
Prosiguió con una gran adaptación del tema de Bob Dylan “Ring Theme Bells”, “Margarita” (dedicada a su hija), “Dos días en la Vida”, y el single de su último álbum hasta la fecha “Tu vida, mi vida”.
Tras la evocadora pieza instrumental “Waltz for Marguie” y “Bello Abril” llegó el momento de presentar a la canción que según sus propias palabras ”No quisiera haber escrito nunca, así que relax…es macabra y larga”, la descarnada “La casa desaparecida” con once minutos de cruda historia moderna de su país. Una auténtica obra maestra en todos los sentidos.
Con un público sin aliento y el corazón en la garganta, solo podía interpretar la antes citada “Un vestido y un amor” con éste cantándola a pulmón.
“Brillantes sobre mí” y otro de sus hits “Mariposa Technicolor” dieron paso a los bises.

Tras su vuelta al escenario, ya sin chaqueta y con una camiseta Technicolor, Fito cantó a capella para delirio de los presentes “Yo vengo a ofrecer mi corazón”.
La ya clásica “Circo Beat” y “Al lado del Camino” cerraron casi dos horas de viaje a través de un tsunami emocional y un artista inimitable. Un genio del maravilloso arte de hacer canciones llamado Fito Páez.
Texto: Jose Masegosa | Fotografías: Xavier Mercadé