Cuando la magia de la música de Elefantes se convierte en realidad absoluta.
Después de una semana completa de directos en Barcelona y con un puente largo por delante, ¿quién se va a quedar en la ciudad para ir al concierto de cuatro tipos llamados Elefantes? ¿Estamos locos, o qué?
Pues así es, señoras y señores. Bendita locura la que me conduce directa a esta pasión musical. Sabes que valdrá la pena no hacer una deseada escapada porqué lo que se vivió ayer y lo que se vive en los directos de esta banda es algo siempre mágico.
Y así, preparadas mi compañera de batallas (Cristina) y yo, ambas con cámara en mano y sonrisa de oreja a oreja, esperábamos impacientes, al igual que el resto del público, a que éste comenzara.
Mientras transcurrían los 10 minutos de cortesía me dio tiempo a observar el escenario de la Luz de Gas, la sala en sus 360 grados, el público… a saludar a compañeros de fosos desde la distancia que marca nuestras posiciones, a caer en la cuenta que hay seguidores de la banda que hemos coincidido en más de una ocasión y que por supuesto, no se pierden ni un directo de la banda que hoy jugaba en casa, y a descubrir con cierta debilidad que entre todo ello están presentes también esos niños y niñas, en representación de la nuevas generaciones de fans, sentaditos en el borde del escenario.
Y sí… con las entradas agotadas desde hacía semanas, justo a las 21:10 comenzaba el concierto presentación de su último trabajo “La primera luz del día” (Warner, 2018) y apareciendo en escena Hugo, Jordi y Julio con su traje blanco y camisa negra, arrancando en instrumental con el primer corte, para mí, hipnótico, que da título al LP.
Y ya listos, sobre y a pie de escenario, para saborear durante poco más de dos horas todo un repertorio que recorrió canciones de su último trabajo y los grandes clásicos aparecía Shuarma de riguroso blanco, mismo color que el vinilo de «La primera luz del día».
“Donde haya silencio” fue el primero de los nuevos temas que sonó en el número 246 de la barcelonesa calle Muntaner, continuando con “Donde haya silencio”, la pizpireta “Isabel” y “Cada vez”.
No podían faltar temas de discos anteriores como “Que todo el mundo sepa que te quiero”, “Aún más alto” y “Se me va” de Miguel Vargas Jiménez, pertenecientes a “Nueve canciones de amor y una de esperanza”, “Rinoceronte” y “Azul”, respectivamente para regresar seguidamente a “Alma” interpretada a los teclados por Shuarma.
“Vuelo en avestruz” y “Loco” también formaron parte del setlist con evocaciones al niño que todos llevamos dentro; con recuerdo especial a la novela “El Principito” del escritor Antoine de Saint-Exupéry e intercalando además esas maravillas de discos anteriores como son “Duele”, también de “Nueve canciones de amor y una de esperanza” a la que siguieron temas como “Equilibrios”, “Volvió la luz” y “Te quiero” haciendo mención especial a su autor, José Luis Perales.
Y de nuevo, la sala patas arriba en cuanto empezaron a sonar los primeros acordes de “Mis sueños” tema escogido para volver al disco más reciente de Elefantes, y que cuando acudimos a la primera escucha del disco adelantábamos sería seguramente otro de los hits de la banda.
Y casi a punto de entrar en la parte final del concierto, todavía quedaban ganas de cantar aún más así que la “Black is black” popularizada en España hace más de cincuenta años por “Los Bravos” sirvió como punto y aparte antes de los bises.
Llegado ese momento, planeaba de boca en boca títulos de los temas imprescindibles que aún no habían sonado. Elefantes regresó al escenario con nuevo vestuario esta vez de color negro. Después de “Somos nubes blancas” y “Que yo no lo sabía” cerraba el concierto “Al oscurecer” que en un momento de esos que se marcaron por sorpresa, Shuarma repartió luz a todos los asistentes a la vez que mencionaba esa parte de la canción que dice «volvió la sensación de tener luz en las manos”.
Poco después, y entre luces del color que dan nombre a la canción, sonaba “Azul” la escogida para concluir una noche envuelta con la magia que proporciona el gran ramillete de canciones de Elefantes.
Una perfecta puesta en escena, un sonido e iluminación sensacional, un público entregado y una banda con la actitud de un tsunami que arrasa con una ola de sentimientos, abrazándote hasta la primera luz del día y arrastrándote a su terreno en un acto de entrega y amor a la música.
Por todo ello y por un concierto simplemente perfecto, muchas gracias Shuarma, Hugo, Jordi y Julio! gracias, Elefantes!
Texto: Eva Ortiz (@evaortizsoler)
Fotografías: Eva Ortiz (@evaortizsoler) y Cristina Ruiz (@unnika)
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